El CASTILLO Y EL PALACIO DE LOS GUEVARA (ÁLAVA-ARABA)

EL CASTILLO DE GUEVARA

Lo que otrora fuera un magnífico castillo, de acuerdo a los grabados que se conservan de él, hoy son sólo unas pocas ruinas y restos del torreón y de las galerías abovedadas que discurrían bajo los muros: en los lados sur y este de los paredones que limitan el recinto, puede aún penetrarse en las galerías abovedadas que corrían por la parte baja de los muros, en donde se abren cuatro troneras y también quedan también restos de otra galería abovedada en el cuerpo alto de las murallas, vestigios de los torreones que defendían la muralla exterior, así como las puertas del lado sur. Dentro de los muros es donde estaba un recinto o patio de armas dentro del cual se elevaba el inmenso torreón del castillo, situado al oeste del patio.
Se ubica en lo alto de una loma, a unos 15 km de la capital alavesa, justo al lado del pueblo de Gebara (denominación oficial). A sus pies, junto al pueblo,  se ubica el palacio fortificado de los Guevara.

Gebara, Foto Ragon en la revista Vida Vasca, año 1938

La localidad de Gebara era un lugar muy estratégico, cruce de caminos dentro del territorio. Desde el siglo XIII hasta principios del siglo XIX la vía de comunicación principal de la Llanada alavesa era el llamado Camino Real de las Postas al Reino de Francia, que transcurría paralelo al río Zadorra dejando a un lado Gebara). Era la ruta más importante , tanto estratégica como comercialmente (la ruta cruzaba el túnel de San Adrián y por él a los importantes puertos del Cantábrico. Al dominar este enclave, los Guevara dominaban esos caminos que iban al mar y a Francia, además de a Oñate, de donde eran Señores. La fuerza política y militar que consiguió este linaje fue importante por ello.

El Castillo-Fortaleza de Guevara era un ejemplo muy importante de la arquitectura militar de la época. Fue construido en el siglo XV a imitación del castillo de Sant Angelo de Roma (aunque se supone que se reconstruyó sobre un antiguo castillo del siglo X) con buena piedra de sillería y con gruesos muros de metro y medio, en donde existían los huecos de muchas saeteras.

Grabado de Julio Lambla para la Revista Pintoresca de las Provincias Bascongadas. Año 1846. El texto de la revista era: «Diósela, el nombre de Castillo de Gebara de la villa de este título a él próxima […] El castillo de Gebara, ocupado por los parciales de D. Carlos durante la lucha que terminó el Pacto de Bergara y por ellos con empeño fortificado, ha sido uno de los baluartes más poderos de aquella causa, como punto estratégico»

El torreón principal (que se encontraba en un lado del rectangular patio interior que medía unos 50 metros de largo por 18 m de ancho) era imponente, tenía un diámetro aproximado de diez metros y una sola entrada, aunque “a la altura de catorce pies (4,5 metros) se halla en el interior un boquete en la pared al que se sube por una escala levadiza de madera. Desde este portillo hasta la mayor elevación que alcanza 130 pies (40 metros) se subía por una cómoda escalera de caracol que daba entrada a varias estancias embovedadas en las que se reconocía el destino para el cuerpo de guardia, cocina, y la habitación del jefe” (datos del “Semanario pintoresco español” de 1839).

Es precisamente este gigantesco torreón el que todavía hoy se yergue, herido pero no muerto, entre las ruinas que dejaron las voladuras con pólvora para acabar con él.

Aquí vemos las ruinas del castillo en 1925, foto del libro  «Geografia general del pais vasconvarro». Fuente @ana_mlagEl castillo tuvo mucho protagonismo entre las guerras banderizas entre diferentes linajes de la nobleza rural de los territorios vascos, aglutinados en torno a dos familias: los Gamboa y los Oñaz, dando origen a los bandos de los gamboínos y oñacinos. Así, a los Gamboínos pertenecían las familias de los Gamboa, Guevara, Balda, Olaso, Abendaño, Ayala (en Vitoria) y Leguizamones (en Bilbao), y tenían como aliados a los agramonteses y al Reino de Navarra. Y a los Oñacinos pertenecían las familias de Oñaz, Mendoza, Lazcano, Mújica y Butrón, Calleja (en Vitoria) y Zurbarán (en Bilbao) y tenían como aliados a los beamonteses y a la Corona de Castilla.

Tratar de explicar los por qué de estas guerras es casi imposible, creo que ni los historiadores llegarían a acuerdos. Son guerras entre nobles, para controlar territorios, pero también para afianzar posiciones, para reparar honores perdidos, de nuevas villas modernas contra antiguos pueblos, burgueses contra nobles, o por venganzas de anteriores guerras, o para meter miedo al campesinado que se rebelaba de vez en cuando, nuevas guerras entre Castilla y Navarra…en fin, mil cosas. Finalmente los Reyes Católicos hicieron valer su indiscutible poder en esas zonas, para proteger los intereses comerciales de Castilla en el Cantábrico más bien y acabó con las guerras. Eso si, una vez más, las “vascongadas” consiguieron de Fernando el Católico unos fueros ampliados que durante siglos las hicieron singulares y privilegiadas, primero en su excelente relación con Castilla, y más tarde, ante España. Unos lodos que traen unos bonitos barros pues.
Tras las guerras de bandos, se cree que dicho castillo fue abandonado (en el siglo XVI) y deteriorándose poco a poco, algo a lo que contribuyeron los franceses en la Guerra de la Independencia del s.XIX.

Durante la primera guerra carlista, Gebara fue un bastión de los carlistas, acantonados en el castillo. (El grabado  ilustra un ataque de los liberales al castillo). Tampoco toca aquí explicar qué fueron las tres guerras carlistas, también harto complicadas de llegar a entender del todo porque aunque pareciera sencillo (partidarios de hacer rey a Don Carlos de Borbón se enfrentan a los partidarios de la que fue Reina Isabel de Castilla), no lo es tanto, ya que por ejemplo aquí o en Navarra, Aragón y Cataluña se notaron que se luchaba también por la defensa de los fueros, que no querían perder debido a la llegada de los liberales, que apoyaban a Isabel. Aparte había temas religiosos, de antiguas peleas no terminadas….  (Grabado siguiente: Carlistas, defendiendo posiciones, con el castillo al fondo. Barker, Bligh Crocker,  16-1-1836.)

El general liberal Córdoba tomó el castillo en 1835, pero más tarde, al abandonarlo estos últimos, fue recuperado por los carlistas. En represalia por la ayuda de los habitantes de la zona, el ejército gubernamental liberal, a las órdenes del general Zurbano, incendió el pueblo el 19 de septiembre de 1838. En 1939, tras ser asediados y vencidos por los liberales isabelinos (tras el abrazo de Bergara los defensores del castillo de Gebara resistieron un sitio de 18 días, hasta el 25 de septiembre, convirtiéndose en los últimos carlistas en rendirse en el País Vasco), quisieron que de ese castillo no quedase nada. Por ello los nuevos vencedores, al acabar la guerra en 1839, decidieron reducirlo a cenizas….

La demolición del castillo se produjo a las dos de la tarde del 30 de noviembre de 1839. El interés en destrozar el castillo por completo se puede observar al ver la cantidad de pólvora que utilizaron para derruirlo: 288 arrobas de pólvora (más de 2.500 kilos). En un artículo de El Correo Nacional de la época se hacía eco del hecho de esta forma:

«Las dos de la tarde del 30 anterior era la hora designada para volar el torreón central del Castillo de Guevara y las miradas de la mayor parte de los vecinos de Vitoria y de los pueblos comarcanos, estaban fijas en el viejo alcázar, solar y cuna de los Ladrón de Guevara. Su blancura resaltaba sobre el fondo oscuro de las peñas de San Adrián, y dominando majestuosamente la llanada parecía por opinión, que sentado en el banquillo esperaba impávido y sin remordimientos la descarga de muerte. Las dos habían dado y se notaba alguna impaciencia; cuando al momento «suena un grito de admiración y todos los ojos se clavan en el enorme torreón; pero una densa nube de humo lo ocultaba á la vista, y cuando el viento lo fue disipando poco a poco el famoso Castillo de Guevara no era ya más que un montón de informes escombros».
De acuerdo a lo escrito por Kepa Ruiz de Eguino, durante la segunda guerra carlista (1872-1876), hubo un intento de reconstruir el castillo por parte de los carlistas, para lo cual se llevaron allí piedras de las murallas de Salvatierra, más de 10.000 carros de piedra salieron de Agurain hacia Gebara.

Ruinas actuales Foto sacada de internet, desconozco autor

El fantasma del castillo: En 1672 pasó por allí Albert Jouvin de Rochefort, cartógrafo y oficial del rey Luis XIV de Francia dejando escrito que “yendo a Heredia y después a Audikana, se ve el pueblo y el castillo de Gebara, flanqueado de torrecillas donde se alza una gran torre cuadrada en el medio, que dicen estar habitada por un duende maligno, que es la causa de que allí no resida nadie, aunque pertenece a uno de los más acaudalados de España”.

Localidad de Gebara en el año 1971

Posteriormente, en 1679 pasó por ahí la escritora francesa Marie Catherine Le Jumel de Barneville, condesa d”Aulnoy, quien dejó escrito un libro de sus viajes contado que los lugareños creían que en el castillo (que ya estaba deshabitado), habitaba un duende, por lo que nadie se acercaba al mismo. La escritora entró y dejó escrito que en sus estancias no había muebles, pero que en una de sus salas se podían ver unos tapices que representaban los amores entre el rey de Castilla Pedro el Cruel y María de Padilla:

DESCRIPCIÓN DEL CASTILLO HECHA POR LA CONDESA D´´ AULNOY EN 1679
En la CARTA SEGUNDA la condesa escribía esto: “Desde Galareta hasta Vitoria disfrutamos de un camino más agradable que el del día anterior. Se ven las tierras cubiertas de campos de trigo y viñedos, y los pueblos a poca distancia unos de otros. Encontramos a los aduaneros que hacen nuevas gabelas cada vez que se pasa de un reino al inmediato, y los reinos en que se halla España dividida no son de gran extensión. Don Fernando me había referido que pasaríamos cerca del castillo de Quebaro (Guevara), en el cual habitaba un duende; me contó muchas extravagancias de que los naturales del país están persuadidos, hasta el punto de no haber quien se refugie bajo los techos del castillo, hacia el cual me sentí atraída, pues aunque soy por naturaleza pusilánime, no temo a los espíritus, y aun cuando algo hubiera temido, me tranquilizaría al verme rodeada por numeroso acompañamiento. Enderezamos nuestros pasos hacia la izquierda del camino, y llegamos pronto al pueblo que toma del castillo nombre. El dueño de la posada nos manifestó que el duende no gustaba de ser molestado, y si tal deseo tenía, por muchos que fuéramos nos golpearía muy a su sabor hasta dejarnos medio muertos. Estas noticias me hicieron temblar. D. Fernando de Toledo y D. Federico de Cardona, que me daban la mano, comprendiendo mi susto, se echaron a reír. Me avergoncé y fingí tranquilidad. Entramos en el castillo, que sería muy hermoso con un poco de cuidado para evitar su lenta destrucción; falto en absoluto de muebles, sólo vimos en ancha sala unos tapices que representaban los amores de D. Pedro el Cruel y D.ª María de Padilla. Veíase a esta señora sentada como una reina, entre varias damas, y al rey poniéndole sobre la cabeza una corona de flores. Dibujo del castillo de Gebara para el libro «Crónica de la provincia de Alava»,  de Jose Bisso (año 1868), dentro de la obra general titulada Crónica de España

En otro lugar ella descansaba en un bosque, a la sombra de un árbol, y el rey le ofrecía un halcón. También la vimos vestida en traje guerrero; el rey, armado, le ofrecía una espada, lo cual me hace pensar si Doña María siguió a D. Pedro en alguna campaña. Todas estas figuras estaban mal dibujadas, pero D. Fernando me advirtió que los retratos verdaderos de aquella dama la representaban como una mujer encantadora, la más atractiva de su siglo. Subimos a una torre sobre la cual se alzaba el torreón donde habitaba el duende, pero, por lo visto, estaría éste de paseo, porque allí nadie notó su presencia. Después de recorrer la extensa fortaleza, volvimos a tomar nuestro camino.”

EL PALACIO y EL LINAJE DE LOS GUEVARA

Está a los pies del monte donde se ubicaba el castillo, en su parte sur, al lado del pueblo de Gebara.

Palacio de Gebara antes de su reconstrucción parcial. Foto Ragón para la revista Vida Vasca de 1938

Una foto más de principios del siglo del palacio en su estado ruinoso:

Era la residencia palaciega de Los Guevara, Condes de Oñate desde el siglo XV, Señores de la Llanada Oriental y cabeza del bando gamboíno en Álava, relacionados tradicionalmente con la monarquía navarra (adversarios por ello, en Álava, de los linajes de Mendoza y Hurtado de Mendoza, Parientes Mayores del bando oñacino en el territorio alavés). Los Guevara ya son mencionados en las Juntas de Arriaga de 1262, 1291 y 1332. Además, fueron tenentes de los reyes de Navarra hasta la conquista castellana en 1200 (incluso en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, sus vasallos lucharon a las órdenes de Sancho VII el Fuerte de Navarra). Posteriormente, ya anexionada a Castilla, fueron los Reyes Católicos quienes concedieron a Iñigo Bélez de Gebara el título de conde de Oñate (año 1481). Tanto D. Ladrón de Gebara como su nieto Diego López, fueron Condes de Álava en 1123 y 1181.
El palacio fue construido a finales del s. XIII o principios del XIV y hoy en día está restaurado en parte: una de las 4 torres que tenía, mientras que el resto está en ruinas, conservándose algunas paredes y vestigios de lo que fue chimenea y cocina.

(En la foto, aspecto del torreón en 1971).

El edificio era de planta rectangular, medía 40×33 metros y constaba de 4 torreones en sus cuatro ángulos que se unían entre sí con varias dependencias.  Esta construido con mampostería en su exterior, y con sillares en los ángulos y en los huecos de las ventanas. Tenía un gran patio que contenía un aljibe en el centro. Las dependencias estaban cerradas  a dos alturas (planta baja y un único  piso), cubiertas por tejado a doble vertiente. La puerta de entrada conserva aún su arco apuntado, con dovelas de sillarejo. Sobre ella existió, hasta hace pocos años, un escudo del s. XVI con los blasones de Guevara entre dos cíclopes tenantes, apoyados en columnas apeadas sobre cabezas humanas, a manera de ménsulas.

Al igual que el castillo, fue mandado destruir por el general liberal Zurbano emn 1839, al terminar la primera guerra carlista, al haber sido utilizado por los carlistas (un año antes, a la vez que dinamitó el castillo, el día 19 de octubre de 1838, el general Zurbano, como represalia por la ayuda del pueblo a los carlistas, también quemó 13 edificios del pueblo, incluida la iglesia con su archivo).

(palacio visto desde el castillo, Gebara al fondo)

En 1964 la Diputación Foral de Álava reconstruye parte del mismo: el torreón noroeste y algunos fragmentos de la muralla de poniente, permaneciendo el resto en ruinas, en las que se pueden apreciar vestigios de la chimenea y la cocina. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1984 y luego protegido de forma genérica con la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Aspecto actual (foto propia de año 2020)

Las ruinas del palacio hoy en día han sido acondicionadas para poder ser visitadas. Las visitas son realizadas por la Asociación de Amigos del Castillo de Guevara (se puede contactar con montty57@hotmail.com).

En la revista Vida Vasca de 1938, Ragón escribía sobre este conjunto monumental y el linaje de los Guevara:

ENLACES: Gracias a Kepa Ruiz de Eguino (https://agurainberri.com/despoblados-de-alava), Boletín Municipal de Vitoria y diversas webs y blogs de tantas personas aficionadas a la historia y que nos dejan su saber, de donde he sacado toda la información y se citan en el texto.

Foto propia, agosto de 2020. Palacio de Gebara restaurado, a la izquierda, sobre la loma, se aprecia el castillo.

 

 

 

 

2 comentarios en «El CASTILLO Y EL PALACIO DE LOS GUEVARA (ÁLAVA-ARABA)»

  1. Me encantó conocer fotos del hotel y Castillo de Guevara. Desconocido por mi, no tenia idea de la localidad Guevara. Hermosa!!!!!

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