No sólo quiero hablar de la llamada Plaza Vieja, la primera plaza fija construida en Vitoria, sino también de las otras plazas de toros «temporales» que había en la ciudad, especialmente, la principal, la que usaba la Plaza Nueva como coso taurino hasta que en 1851 se construya la Plaza de Toros de Vitoria.
Antes de construirse la Plaza Nueva, los festejos taurinos se hacían en diversos lugares como la Plaza Vieja (Virgen Blanca), la Calle San Francisco o El Campillo… Esas veremos también en un pequeño resumen. Por ejemplo, en esta foto vemos una cuadro donde vemos una corrida en la Plaza Vieja, actual Plaza de la Virgen Blanca (Cuadro del pintor madrileño Emilio Poy Dalmau (1876-1933) titulada «au coeur du village», foto subida a Twiter (X) por Alava Medieval:
No sólo la plaza vieja se usó como coso taurino provisional en el siglo XIX y XVIII, también por ejemplo se tiene constancia del uso de la Plaza de Santa María, frente a la catedral vieja. Y si eran de menor importancia, incluso se celebraban en la Plaza de Bilbao (actual Plaza de correos) o en la Plaza de Santa Clara (donde estaba el convento de santa Clara, actual final de calle Prado y espacios de la Florida-Catedral). Posteriormente, tras construirse la Plaza Nueva o de Los Arcos, los festejos taurinos se celebraban principalmente en esa plaza, casi desde que fue construida (se sabe por ejemplo de una corrida celebrada ahí en 1789 en conmemoraci´ón de la proclamación del rey Carlos IV).
LA PLAZA NUEVA COMO COSO TAURINO DE LUJO PROVISIONAL
Hasta que en 1851 no se construyó la plaza de toros de la calle Olaguibel actual, la Plaza Nueva fue el gran coso taurino de Vitoria-Gasteiz.
En el Pensamiento Alavés del 12 de octubre de 1959 se escribía sobre cómo se hacían las corridas en la Plaza Nueva: “…todavía se pueden ver en los balcones de los primeros pisos, los números correspondientes a los antiguos palcos, hasta 62, Adosadas a las banquetas de piedra se colocaban unas losas en las que eran sujetadas unas vigas que habrían de llevar encima las talanqueras, luego se ponía el graderío que llegaba hasta los balcones, entre los que se construían una especie de palcos de madera. En los balcones del Ayuntamiento se instalaba, para la presidencia y autoridades, una ancha plataforma cubierta con toldo…”. El protocolo cuando había personalidades, reyes era muy estricto: “Efectuaba el despeje de la plaza uno de los regimientos de la guarnición en traje de gala. Después, montando caballos blancos, aparecían los clarineros y el atabalero del municipio, llevando este los timbales al lado de la montura sobre ricos reposteros de terciopelo rojo con las armas de Vitoria. A continuación, el alguacil y el Montero Mayor, los dos Regidores Preminentes y el Escribano, cabalgando en negros caballos con gualdrapas, vestían sombrero apuntado, casaca, pantalón corto, medias negras y zapatos con hebillas. Una vez que se retiraba la tropa se colocaban los clarineros y el atabalero en el arco que da a la Plaza de la Virgen Blanca y los Preminentes y el Secretario en el lado opuesto. El Alguacil y el Montero Mayor partían desde el arco que sale de la Calle Postas y se dirigían al frente del balcón principal para recoger la llave de los toriles, que estaban hacia la calle Dato.”
Este es un cuadro del pintor vitoriano Obdulio López de Uralde, que represnta una corrida en la Plaza Nueva sobre 1850. Foto subida a Twiter (X) por Alava Medieval:
Una nueva recreación pictórica de toros en la Plaza Nueva: «Tarde de fiesta», una obra de Benito Gastanaga, de 1996:
Por cierto, comentaba también el diario anterior que por lo visto los espontáneos no estaban prohibidos ya que, al menos sobre 1850, “en el centro de la plaza había un garito o refugio para los toreros espontáneos”.
APARTE DE CORRIDA DE TOROS NORMAL, TAMBIÉN HABÍA OTRO TIPO DE ESPECTÁCULOS CRUELES:
Desde siglos atrás, había una (otra) cruel costumbre que era la de echar perros de presa a los toros para que estos le inmobilizaran y, tras ello, el torero con el estoque lo mataba (o el puntillero lo remataba). A veces soltaban a los perros simplemente como espectáculo y otras veces para que estos mataran al toro que no embestía, una especie de castigo por ello. Por supuesto, morían decenas de perros cada año, lo mismo que decenas de caballos cuando eran usados para picar (los petos de protección de caballos se pusieron a partir de los años 20 del siglo pasado). Pues bien, esta cruel costumbre fue usada hasta el año 1883 en que fueron sustituidos por las banderillas de fuego. Viene esto a cuento porque, de acuerdo a lo que contaba el Pensamiento Alavés, en Vitoria se usaron banderillas de fuego, sustituyendo a los perros ya en el año 1848… Y es que, “al toro que no entra a varas […] o se le echan perros o banderillas de fuego por orden del Magistrado”. Al menos, con este otro cruel castigo, morían menos animales en la plaza.
Fotos: la anterior, una lustración de Antonio Carnicero en su «Colección de las principales suertes de una corrida de toros«, publicada en 1.790 y la siguiente, fotografía de un toro banderillado con banderillas de fuego, de la que desconozco año y autor
LA PLAZA VIEJA DE LA CALLE OLAGUIBEL
El primer intento de plaza de toros estable fue en 1841, presentado por el concejal Gregorio del Val. No fue tenida en cuenta finalmente. En 1850 (4 de septiembre) se presenta al Ayuntamiento el proyecto de Joaquín Fernández de Gamboa, que según él no costaría dinero al Ayuntamiento, sino más bien lo contrario, podría ganar por ello por los impuestos y por lo que pudieran dejar los forasteros que vinieran a la ciudad a ver los toros. Quería construirla en el solar del convento de Santa Clara pero el Ayuntamiento se opuso por no perder ese espacio municipal.
El día 16 de septiembre de 1850, Saturnino Ormilugue y Tomas Tournan escriben al Ayuntamiento para construir ellos una plaza en menos de un año. Sin casi costes para el propio Ayto.
El Ayuntamiento aprobó dicho anteproyecto (con el voto en contra del alcalde Luis Ajuria), el 23 de octubre, pero obligando a construir un palco y una enfermería.
Finalmente el 26-3-1851 se aprueba el proyecto. Los planos los hace el arquitecto Martín de Saracivar, y son aprobados por la academia de San Fernando el 6 de abril. Esta plaza será una de las primeras construidas para ello en España.
La plaza se construyó en lo que hoy es pleno centro de la ciudad: tras el Convento de San Francisco, en la manzana que hoy quedaría entre las calles Resbaladero y Paz por un lado y Postas y Portal del Rey por otra (la calle Olaguibel no existía todavía, Paz era la circunvalación y solo estaba ahí el hospital y en Postas solo había una casa, esquina con resbaladero).
(En el plano podéis ver dicha ubicación en un plano de 1860)
La Plaza de toros vieja tenía una capacidad para 8.500 espectadores por lo que su tamaño era bastante grande. Sus tendidos eran de madera y tenía sólo un piso de gradas y palcos. El palco de Presidencia y la sombra y toriles se encontraban de espaldas al Resbaladero. La entrada a corrales y barreras estaba a la izquierda de la puerta principal. La puerta de los palcos estaba frente al hospital de Santiago.
Para la inauguración se programaron 4 corridas, los días 5, 6, 7 y 8 de agosto de ese año 1851. Los toros eran 8 del Marqués de Gaviria, 8 de Fuentes, 8 de Aleas, 5 de Bañuelos y 5 de D. Justo García. Los toreros serían Francisco Arjona “Cuchares”, Manuel Díaz Cantonal “Lavi II” y Manuel Arjona, hermano de Cuchares. La inauguración fue el 5 de agosto, por la mañana. Francisco Arjona “Cuchares”, Manuel Díaz Cantonal “Lavi II” y Manuel Arjona, hermano de Cuchares. Ese día, el segundo toro hirió gravemente a Lavi II en el ano, tardando en curar 4 meses (el mismo toro mató a 9 caballos en su lidia).
Al año siguiente, en 1852, cambió la empresa que lo gestionaba, y lo mismo ocurrió en 1854 y en 1872. En 1872 la Junta directiva de la empresa, constituida con acciones, se componía por: Felix López de Arroyabe y Ayala (presidente), Pantaleón Iradier, el constructor (Vicepresidente), Ventura Peláez y Aranzábal (tesorero) y como vocales: Martín de Saracibar y Lafuente, Juan Martínez e Iturralde, Antonio Marques y Gálvez, Manuel Echávarri y Cuesta, Guillermo Longuebau y Bagnares, Antolín Argandoña y Zúñiga, Tomás Tournan y Minseril y Teresa Echavarrría y Jelzel. Finalmente, en 1876, compró la Plaza (por 35.000 pts) Gregorio Peláez y se la cedió a su hijo Ventura Peláez.
Se tiene noticias que además de corridas se celebraban otros espectáculos como títeres, elevación de globos, etc.. En las dos fotos siguientes, proporcionadas por Fernando Etxebarria, un artículo sobre la Plaza Vieja aparecido en la revista Álava Ilustrada del año 1926.
Algunas cogidas graves acaecidas en esta plaza vitoriana, que aparecen en la revista Álava Ilustrada de 1926:
– Año 1857: el día 24 de junio, festividad de San Juan, un toro de Carriquiri mató a un banderillero llamado Antonio Verdes “Chilailas”
– Año 1861: el 29 de junio otro toro corneó al baderillero Jerónimo Martín. No murió pero la cornada le hizo retirarse
– Año 1864: Un toro llamado Manchego, además de matar a 7 caballos, hirió gravemente al picador Manuel García, de la cuadrilla de “Gordito”, y murió en el hospital vitoriano 10 días después.
– Año 1867: el 4 de agosto, un toro de Carriquirri llamado Cuartelero, cogió gravemente al banderillero Mateo López, de la cuadrilla de “Cayetano” , q1uien falleció a los 19 días en el hospital.
DERRIBO DE LA PLAZA VIEJA Y CONSTRUCCIÓN DE LAS NUEVAS PLAZAS
Esta plaza vieja no duró mucho, 29 años tan sólo. En 1879, Ventura Peláez, con la excusa de que el aforo se había quedado pequeño, decide derribarla y construir una nueva Aunque en realidad, mas suena a especulaciones inmobiliarias porque el terreno, tan céntrico y en plena expansión de la ciudad, era muy goloso (vamos lo mismito que pasó cuando también tiraron el Convento de San Francisco, por la pasta). La última corrida, el 3 de septiembre de 1879, fue con un mano a mano de los grandes Lagartijo y Frascuelo.
La nueva plaza (en la foto, según una postal de 1911-1915, de la Edit. Thomas de Barcelona, a la cual dedicaremos una nueva entrada de esta web) la realiza el arquitecto Pantaleón Iradier. Para la construcción de la nueva plaza utilizaron los materiales de esta plaza vieja derruida. Fue inaugurada el 2 de septiembre de 1880 con una corrida de toros de Félix Gómez para Lagartijo y Frascuelo. Este estaba herido y lo sustituyó Ángel Pastor. El primer toro que salió al ruedo y lidió Lagartijo fue “Soberbio” (en ella cabían 11.000 espectadores, en una ciudad que tenía ese año 27.000 habitantes). Su nombre oficial era Plaza de Txagorri. En la foto siguiente, una corrida goyesca celebrada en la «Plaza nueva de toros».
La «Plaza nueva» fue restaurada en 1941, estando de alcalde Manuel Lejarreta, ensanchándose los pasillos y cuadras y sustituyendo la madera de su construcción por hormigón. Eso sí, se suprimió el «Segundo piso», dejando sólo esa altura en la zona de palcos. Esta nueva plaza estará en activo hasta el 25 de julio de 2006, día del Blusa, que se celebró una última corrida de rejones con los rejoneadores Fermín Bohórquez, Andy Cartagena y Leonardo Hernández. (Podéis ver más sobre esta segunda «plaza de toros nueva» y el Iradier Arena en esta entrada)
Al derribarse se construyó el actual multiusos Iradier Arena, inaugurado en fiestas de ese año, el 4 de agosto de 2006, dirigida por el arquitecto bilbaíno Diego Garteiz quien también dirigió el proyecto de la plaza donostiarra de Illumbe (lleva ese nombre en honor a 4 ilustres “Iradier” vitorianos: Pantaleón Iradier, arquitecto, Cesáreo Iradier, arquitecto también que hizo por ejemplo el Teatro Principal, Sebastián Iradier, el músico y Manuel Iradier, el explorador). La primer corrida fue el 5 de agosto de 2006, con reses de Ana Romero para los diestros «El Fandi», Sebastián Castella y Salvador Cortés. En esta última plaza actual, caben 7.788 butacas para espectáculos taurinos y hasta 11.292 espectadores en otro tipo de espectáculos y el techo es curvado y de materiales plásticos que permite que puede abrirse y cerrarse.
Como anécdota sobre toros…en la catedral vieja de Santa María, existe un capitel, del siglo XIV, en el cuarto pilar de la nave central, con este motivo taurino de un hombre lanceando a un toro, algo habitual en muchos lugares, no sólo en el «Toro de la Vega» famoso. (Ya prohibido, menos mal)